Change Translation
- Recent Translations
-
Audio Available
- All Translations
-
Audio Available
Mateo 21; Mateo 22; Mateo 23; Mateo 24; Mateo 25; Mateo 26; Mateo 27
Viewing Multiple Passages
Share
Settings
Mateo 21
1
Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagué, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos
2
con este encargo: «Vayan a la aldea que tienen enfrente, y ahí mismo encontrarán una burra atada, y un burrito con ella. Desátenlos y tráiganmelos.
3
Si alguien les dice algo, respóndanle que el Señor los necesita, pero que ya los devolverá».
4
Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta:
5
«Digan a la hija de Sión:“Mira, tu rey viene hacia ti,humilde y montado en un burro,en un burrito, cría de una bestia de carga”».
6
Los discípulos fueron e hicieron como les había mandado Jesús.
7
Llevaron la burra y el burrito, y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús.
8
Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino.
9
Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba:—¡Hosanna al Hijo de David!—¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!—¡Hosanna en las alturas!
10
Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió.—¿Quién es este? —preguntaban.
11
—Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.
12
Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas.
13
«Escrito está —les dijo—: “Mi casa será llamada casa de oración”; pero ustedes la están convirtiendo en “cueva de ladrones”.»
14
Se le acercaron en el templo ciegos y cojos, y los sanó.
15
Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron que hacía cosas maravillosas, y que los niños gritaban en el templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron.
16
—¿Oyes lo que esos están diciendo? —protestaron.—Claro que sí —respondió Jesús—; ¿no han leído nunca:»“En los labios de los pequeñosy de los niños de pechohas puesto la perfecta alabanza”?
17
Entonces los dejó y, saliendo de la ciudad, se fue a pasar la noche en Betania.
18
Muy de mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre.
19
Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas.—¡Nunca más vuelvas a dar fruto! —le dijo.Y al instante se secó la higuera.
20
Los discípulos se asombraron al ver esto.—¿Cómo es que se secó la higuera tan pronto? —preguntaron ellos.
21
—Les aseguro que si tienen fe y no dudan —les respondió Jesús—, no solo harán lo que he hecho con la higuera, sino que podrán decirle a este monte: “¡Quítate de ahí y tírate al mar!”, y así se hará.
22
Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.
23
Jesús entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo.—¿Con qué autoridad haces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad?
24
—Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les diré con qué autoridad hago esto.
25
El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de la tierra?Ellos se pusieron a discutir entre sí: «Si respondemos: “Del cielo”, nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?”
26
Pero si decimos: “De la tierra” … tememos al pueblo, porque todos consideran que Juan era un profeta». Así que le respondieron a Jesús:
27
—No lo sabemos.—Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto.
28
»¿Qué les parece? —continuó Jesús—. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le pidió: “Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo”.
29
“No quiero”, contestó, pero después se arrepintió y fue.
30
Luego el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Este contestó: “Sí, señor”; pero no fue.
31
¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?—El primero —contestaron ellos.Jesús les dijo:—Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios.
32
Porque Juan fue enviado a ustedes a señalarles el camino de la justicia, y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. E incluso después de ver esto, ustedes no se arrepintieron para creerle.
33
»Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje.
34
Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, mandó sus siervos a los labradores para recibir de estos lo que le correspondía.
35
Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero.
36
Después les mandó otros siervos, en mayor número que la primera vez, y también los maltrataron.
37
»Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!”
38
Pero cuando los labradores vieron al hijo, se dijeron unos a otros: “Este es el heredero. Matémoslo, para quedarnos con su herencia”.
39
Así que le echaron mano, lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron.
40
»Ahora bien, cuando vuelva el dueño, ¿qué hará con esos labradores?
41
—Hará que esos malvados tengan un fin miserable —respondieron—, y arrendará el viñedo a otros labradores que le den lo que le corresponde cuando llegue el tiempo de la cosecha.
42
Les dijo Jesús:—¿No han leído nunca en las Escrituras:»“La piedra que desecharon los constructoresha llegado a ser la piedra angular;esto es obra del Señor,y nos deja maravillados”?
43
»Por eso les digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino.
44
El que caiga sobre esta piedra quedará despedazado, y si ella cae sobre alguien, lo hará polvo.
45
Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que hablaba de ellos.
46
Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente porque esta lo consideraba un profeta.
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®
Copyright © 1999 by Biblica, Inc.®
Used by permission. All rights reserved worldwide.
Mateo 22
1
Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo:
2
«El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo.
3
Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero estos se negaron a asistir al banquete.
4
Luego mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas”.
5
Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio.
6
Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron.
7
El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad.
8
Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir.
9
Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren”.
10
Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas.
11
»Cuando el rey entró a ver a los invitados, notó que allí había un hombre que no estaba vestido con el traje de boda.
12
“Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el traje de boda?”, le dijo. El hombre se quedó callado.
13
Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes”.
14
Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos».
15
Entonces salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus mismas palabras.
16
Enviaron algunos de sus discípulos junto con los herodianos, los cuales le dijeron:—Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias.
17
Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?
18
Conociendo sus malas intenciones, Jesús replicó:—¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas?
19
Muéstrenme la moneda para el impuesto.Y se la enseñaron.
20
—¿De quién son esta imagen y esta inscripción? —les preguntó.
21
—Del césar —respondieron.—Entonces denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.
22
Al oír esto, se quedaron asombrados. Así que lo dejaron y se fueron.
23
Ese mismo día los saduceos, que decían que no hay resurrección, se le acercaron y le plantearon un problema:
24
—Maestro, Moisés nos enseñó que si un hombre muere sin tener hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia.
25
Pues bien, había entre nosotros siete hermanos. El primero se casó y murió y, como no tuvo hijos, dejó la esposa a su hermano.
26
Lo mismo les pasó al segundo y al tercer hermano, y así hasta llegar al séptimo.
27
Por último, murió la mujer.
28
Ahora bien, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será esposa esta mujer, ya que todos estuvieron casados con ella?
29
Jesús les contestó:—Ustedes andan equivocados porque desconocen las Escrituras y el poder de Dios.
30
En la resurrección, las personas no se casarán ni serán dadas en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo.
31
Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que Dios les dijo a ustedes:
32
“Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”? Él no es Dios de muertos, sino de vivos.
33
Al oír esto, la gente quedó admirada de su enseñanza.
34
Los fariseos se reunieron al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos.
35
Uno de ellos, experto en la ley, le tendió una trampa con esta pregunta:
36
—Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?
37
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—.
38
Este es el primero y el más importante de los mandamientos.
39
El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
40
De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.
41
Mientras estaban reunidos los fariseos, Jesús les preguntó:
42
—¿Qué piensan ustedes acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?—De David —le respondieron ellos.
43
—Entonces, ¿cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama “Señor”? Él afirma:
44
»“Dijo el Señor a mi Señor:‘Siéntate a mi derecha,hasta que ponga a tus enemigosdebajo de tus pies’”.
45
Si David lo llama “Señor”, ¿cómo puede entonces ser su hijo?
46
Nadie pudo responderle ni una sola palabra, y desde ese día ninguno se atrevía a hacerle más preguntas.
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®
Copyright © 1999 by Biblica, Inc.®
Used by permission. All rights reserved worldwide.
Mateo 23
1
Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos:
2
«Los maestros de la ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés.
3
Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican.
4
Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas.
5
»Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan filacterias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas;
6
se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
7
y porque la gente los salude en las plazas y los llame “Rabí”.
8
»Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos.
9
Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo.
10
Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo.
11
El más importante entre ustedes será siervo de los demás.
12
Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
13
»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Les cierran a los demás el reino de los cielos, y ni entran ustedes ni dejan entrar a los que intentan hacerlo.
15
»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Recorren tierra y mar para ganar un solo adepto, y cuando lo han logrado lo hacen dos veces más merecedor del infierno que ustedes.
16
»¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: “Si alguien jura por el templo, no significa nada; pero si jura por el oro del templo, queda obligado por su juramento”.
17
¡Ciegos insensatos! ¿Qué es más importante: el oro, o el templo que hace sagrado al oro?
18
También dicen ustedes: “Si alguien jura por el altar, no significa nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado por su juramento”.
19
¡Ciegos! ¿Qué es más importante: la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda?
20
Por tanto, el que jura por el altar, jura no solo por el altar sino por todo lo que está sobre él.
21
El que jura por el templo, jura no solo por el templo sino por quien habita en él.
22
Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que lo ocupa.
23
»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello.
24
¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito pero se tragan el camello.
25
»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno.
26
¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera.
27
»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre.
28
Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.
29
»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los justos.
30
Y dicen: “Si hubiéramos vivido nosotros en los días de nuestros antepasados, no habríamos sido cómplices de ellos para derramar la sangre de los profetas”.
31
Pero así quedan implicados ustedes al declararse descendientes de los que asesinaron a los profetas.
32
¡Completen de una vez por todas lo que sus antepasados comenzaron!
33
»¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno?
34
Por eso yo les voy a enviar profetas, sabios y maestros. A algunos de ellos ustedes los matarán y crucificarán; a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo.
35
Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa que ha sido derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes asesinaron entre el santuario y el altar de los sacrificios.
36
Les aseguro que todo esto vendrá sobre esta generación.
37
»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!
38
Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abandonada.
39
Y les advierto que ya no volverán a verme hasta que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”»
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®
Copyright © 1999 by Biblica, Inc.®
Used by permission. All rights reserved worldwide.
Mateo 24
1
Jesús salió del templo y, mientras caminaba, se le acercaron sus discípulos y le mostraron los edificios del templo.
2
Pero él les dijo:—¿Ven todo esto? Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado.
3
Más tarde estaba Jesús sentado en el monte de los Olivos, cuando llegaron los discípulos y le preguntaron en privado:—¿Cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?
4
—Tengan cuidado de que nadie los engañe —les advirtió Jesús—.
5
Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos.
6
Ustedes oirán de guerras y de rumores de guerras, pero procuren no alarmarse. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin.
7
Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes.
8
Todo esto será apenas el comienzo de los dolores.
9
»Entonces los entregarán a ustedes para que los persigan y los maten, y los odiarán todas las naciones por causa de mi nombre.
10
En aquel tiempo muchos se apartarán de la fe; unos a otros se traicionarán y se odiarán;
11
y surgirá un gran número de falsos profetas que engañarán a muchos.
12
Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará,
13
pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.
14
Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
15
»Así que cuando vean en el lugar santo “el horrible sacrilegio”, del que habló el profeta Daniel (el que lee, que lo entienda),
16
los que estén en Judea huyan a las montañas.
17
El que esté en la azotea no baje a llevarse nada de su casa.
18
Y el que esté en el campo no regrese para buscar su capa.
19
¡Qué terrible será en aquellos días para las que estén embarazadas o amamantando!
20
Oren para que su huida no suceda en invierno ni en sábado.
21
Porque habrá una gran tribulación, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás.
22
Si no se acortaran esos días, nadie sobreviviría, pero por causa de los elegidos se acortarán.
23
Entonces, si alguien les dice a ustedes: “¡Miren, aquí está el Cristo!” o “¡Allí está!”, no lo crean.
24
Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos.
25
Fíjense que se lo he dicho a ustedes de antemano.
26
»Por eso, si les dicen: “¡Miren que está en el desierto!”, no salgan; o: “¡Miren que está en la casa!”, no lo crean.
27
Porque así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente, así será la venida del Hijo del hombre.
28
Donde esté el cadáver, allí se reunirán los buitres.
29
»Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días,»“se oscurecerá el soly no brillará más la luna;las estrellas caerán del cieloy los cuerpos celestes serán sacudidos”.
30
»La señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo, y se angustiarán todas las razas de la tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.
31
Y al sonido de la gran trompeta mandará a sus ángeles, y reunirán de los cuatro vientos a los elegidos, de un extremo al otro del cielo.
32
»Aprendan de la higuera esta lección: Tan pronto como se ponen tiernas sus ramas y brotan sus hojas, ustedes saben que el verano está cerca.
33
Igualmente, cuando vean todas estas cosas, sepan que el tiempo está cerca, a las puertas.
34
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan.
35
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán.
36
»Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.
37
La venida del Hijo del hombre será como en tiempos de Noé.
38
Porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca;
39
y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del hombre.
40
Estarán dos hombres en el campo: uno será llevado y el otro será dejado.
41
Dos mujeres estarán moliendo: una será llevada y la otra será dejada.
42
»Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor.
43
Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada.
44
Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.
45
»¿Quién es el siervo fiel y prudente a quien su señor ha dejado encargado de los sirvientes para darles la comida a su debido tiempo?
46
Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber.
47
Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes.
48
Pero ¿qué tal si ese siervo malo se pone a pensar: “Mi señor se está demorando”,
49
y luego comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y beber con los borrachos?
50
El día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada el señor volverá.
51
Lo castigará severamente y le impondrá la condena que reciben los hipócritas. Y habrá llanto y rechinar de dientes.
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®
Copyright © 1999 by Biblica, Inc.®
Used by permission. All rights reserved worldwide.
Mateo 25
1
»El reino de los cielos será entonces como diez jóvenes solteras que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio.
2
Cinco de ellas eran insensatas y cinco prudentes.
3
Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite.
4
En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas.
5
Y como el novio tardaba en llegar, a todas les dio sueño y se durmieron.
6
A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”
7
Entonces todas las jóvenes se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas.
8
Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite porque nuestras lámparas se están apagando”.
9
“No —respondieron estas—, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite, y compren para ustedes mismas”.
10
Pero mientras iban a comprar el aceite llegó el novio, y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta.
11
Después llegaron también las otras. “¡Señor! ¡Señor! —suplicaban—. ¡Ábrenos la puerta!”
12
“¡No, no las conozco!”, respondió él.
13
»Por tanto —agregó Jesús—, manténganse despiertos porque no saben ni el día ni la hora.
14
»El reino de los cielos será también como un hombre que, al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes.
15
A uno le dio cinco mil monedas de oro, a otro dos mil y a otro solo mil, a cada uno según su capacidad. Luego se fue de viaje.
16
El que había recibido las cinco mil fue en seguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil.
17
Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil.
18
Pero el que había recibido mil fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
19
»Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.
20
El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las otras cinco mil. “Señor —dijo—, usted me encargó cinco mil monedas. Mire, he ganado otras cinco mil”.
21
Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”
22
Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas. Mire, he ganado otras dos mil”.
23
Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”
24
»Después llegó el que había recibido solo mil monedas. “Señor —explicó—, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido.
25
Así que tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo”.
26
Pero su señor le contestó: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido?
27
Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses.
28
»”Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil.
29
Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.
30
Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes”.
31
»Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.
32
Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras.
33
Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda.
34
»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.
35
Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento;
36
necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron”.
37
Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber?
38
¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos?
39
¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?”
40
El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.
41
»Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
42
Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron nada de comer; tuve sed, y no me dieron nada de beber;
43
fui forastero, y no me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron”.
44
Ellos también le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como forastero, o necesitado de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?”
45
Él les responderá: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí”.
46
»Aquellos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®
Copyright © 1999 by Biblica, Inc.®
Used by permission. All rights reserved worldwide.
Mateo 26
1
Después de exponer todas estas cosas, Jesús les dijo a sus discípulos:
2
«Como ya saben, faltan dos días para la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen».
3
Se reunieron entonces los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio de Caifás, el sumo sacerdote,
4
y con artimañas buscaban cómo arrestar a Jesús para matarlo.
5
«Pero no durante la fiesta —decían—, no sea que se amotine el pueblo».
6
Estando Jesús en Betania, en casa de Simón llamado el Leproso,
7
se acercó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy caro, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús mientras él estaba sentado a la mesa.
8
Al ver esto, los discípulos se indignaron.—¿Para qué este desperdicio? —dijeron—.
9
Podía haberse vendido este perfume por mucho dinero para darlo a los pobres.
10
Consciente de ello, Jesús les dijo:—¿Por qué molestan a esta mujer? Ella ha hecho una obra hermosa conmigo.
11
A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no me van a tener siempre.
12
Al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo hizo a fin de prepararme para la sepultura.
13
Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique este evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo.
14
Uno de los doce, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes.
15
—¿Cuánto me dan, y yo les entrego a Jesús? —les propuso.Decidieron pagarle treinta monedas de plata.
16
Y desde entonces Judas buscaba una oportunidad para entregarlo.
17
El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:—¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la Pascua?
18
Él les respondió que fueran a la ciudad, a la casa de cierto hombre, y le dijeran: «El Maestro dice: “Mi tiempo está cerca. Voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”».
19
Los discípulos hicieron entonces como Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
20
Al anochecer, Jesús estaba sentado a la mesa con los doce.
21
Mientras comían, les dijo:—Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.
22
Ellos se entristecieron mucho, y uno por uno comenzaron a preguntarle:—¿Acaso seré yo, Señor?
23
—El que mete la mano conmigo en el plato es el que me va a traicionar —respondió Jesús—.
24
A la verdad el Hijo del hombre se irá, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.
25
—¿Acaso seré yo, Rabí? —le dijo Judas, el que lo iba a traicionar.—Tú lo has dicho —le contestó Jesús.
26
Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles:—Tomen y coman; esto es mi cuerpo.
27
Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles:—Beban de ella todos ustedes.
28
Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados.
29
Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.
30
Después de cantar los salmos, salieron al monte de los Olivos.
31
—Esta misma noche —les dijo Jesús— todos ustedes me abandonarán, porque está escrito:»“Heriré al pastor,y se dispersarán las ovejas del rebaño”.
32
Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.
33
—Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré.
34
—Te aseguro —le contestó Jesús— que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.
35
—Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré.Y los demás discípulos dijeron lo mismo.
36
Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar».
37
Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse triste y angustiado.
38
«Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo».
39
Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».
40
Luego volvió adonde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. «¿No pudieron mantenerse despiertos conmigo ni una hora? —le dijo a Pedro—.
41
Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».
42
Por segunda vez se retiró y oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad».
43
Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les cerraban los ojos de sueño.
44
Así que los dejó y se retiró a orar por tercera vez, diciendo lo mismo.
45
Volvió de nuevo a los discípulos y les dijo: «¿Siguen durmiendo y descansando? Miren, se acerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.
46
¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!»
47
Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Lo acompañaba una gran turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo.
48
El traidor les había dado esta contraseña: «Al que le dé un beso, ese es; arréstenlo».
49
En seguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó.—¡Rabí! —le dijo, y lo besó.
50
—Amigo —le replicó Jesús—, ¿a qué vienes?Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús.
51
En eso, uno de los que estaban con él extendió la mano, sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja.
52
—Guarda tu espada —le dijo Jesús—, porque los que a hierro matan, a hierro mueren.
53
¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles?
54
Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?
55
Y de inmediato dijo a la turba:—¿Acaso soy un bandido, para que vengan con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el templo, y no me prendieron.
56
Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas.Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
57
Los que habían arrestado a Jesús lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los maestros de la ley y los ancianos.
58
Pero Pedro lo siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los guardias para ver en qué terminaba aquello.
59
Los jefes de los sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban alguna prueba falsa contra Jesús para poder condenarlo a muerte.
60
Pero no la encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos.Por fin se presentaron dos,
61
que declararon:—Este hombre dijo: “Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”.
62
Poniéndose en pie, el sumo sacerdote le dijo a Jesús:—¿No vas a responder? ¿Qué significan estas denuncias en tu contra?
63
Pero Jesús se quedó callado. Así que el sumo sacerdote insistió:—Te ordeno en el nombre del Dios viviente que nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios.
64
—Tú lo has dicho —respondió Jesús—. Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo.
65
—¡Ha blasfemado! —exclamó el sumo sacerdote, rasgándose las vestiduras—. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Miren, ustedes mismos han oído la blasfemia!
66
¿Qué piensan de esto?—Merece la muerte —le contestaron.
67
Entonces algunos le escupieron en el rostro y le dieron puñetazos. Otros lo abofeteaban
68
y decían:—A ver, Cristo, ¡adivina quién te pegó!
69
Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio, y una criada se le acercó.—Tú también estabas con Jesús de Galilea —le dijo.
70
Pero él lo negó delante de todos, diciendo:—No sé de qué estás hablando.
71
Luego salió a la puerta, donde otra criada lo vio y dijo a los que estaban allí:—Este estaba con Jesús de Nazaret.
72
Él lo volvió a negar, jurándoles:—¡A ese hombre ni lo conozco!
73
Poco después se acercaron a Pedro los que estaban allí y le dijeron:—Seguro que eres uno de ellos; se te nota por tu acento.
74
Y comenzó a echarse maldiciones, y les juró:—¡A ese hombre ni lo conozco!En ese instante cantó un gallo.
75
Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Y saliendo de allí, lloró amargamente.
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®
Copyright © 1999 by Biblica, Inc.®
Used by permission. All rights reserved worldwide.
Mateo 27
1
Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús.
2
Lo ataron, se lo llevaron y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.
3
Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.
4
—He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente.—¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!
5
Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.
6
Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «La ley no permite echar esto al tesoro, porque es precio de sangre».
7
Así que resolvieron comprar con ese dinero un terreno conocido como Campo del Alfarero, para sepultar allí a los extranjeros.
8
Por eso se le ha llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy.
9
Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo de Israel le había fijado,
10
y con ellas compraron el campo del alfarero, como me ordenó el Señor».
11
Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó:—¿Eres tú el rey de los judíos?—Tú lo dices —respondió Jesús.
12
Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.
13
—¿No oyes lo que declaran contra ti? —le dijo Pilato.
14
Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.
15
Ahora bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba soltar un preso que la gente escogiera.
16
Tenían un preso famoso llamado Barrabás.
17
Así que cuando se reunió la multitud, Pilato, que sabía que le habían entregado a Jesús por envidia, les preguntó:—¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?
19
Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño».
20
Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud a que le pidiera a Pilato soltar a Barrabás y ejecutar a Jesús.
21
—¿A cuál de los dos quieren que les suelte? —preguntó el gobernador.—A Barrabás.
22
—¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo?—¡Crucifícalo! —respondieron todos.
23
—¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido?Pero ellos gritaban aún más fuerte:—¡Crucifícalo!
24
Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.—Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!
25
—¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.
26
Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.
27
Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio y reunieron a toda la tropa alrededor de él.
28
Le quitaron la ropa y le pusieron un manto de color escarlata.
29
Luego trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una caña. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo:—¡Salve, rey de los judíos!
30
Y le escupían, y con la caña le golpeaban la cabeza.
31
Después de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.
32
Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.
33
Llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»).
34
Allí le dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, se negó a beberlo.
35
Lo crucificaron y repartieron su ropa echando suertes.
36
Y se sentaron a vigilarlo.
37
Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».
38
Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
39
Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:
40
—Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!
41
De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.
42
—Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él.
43
Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?
44
Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.
45
Desde el mediodía y hasta la media tarde toda la tierra quedó en oscuridad.
46
Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza:—Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).
47
Cuando lo oyeron, algunos de los que estaban allí dijeron:—Está llamando a Elías.
48
Al instante uno de ellos corrió en busca de una esponja. La empapó en vinagre, la puso en una caña y se la ofreció a Jesús para que bebiera.
49
Los demás decían:—Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.
50
Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.
51
En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas.
52
Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron.
53
Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
54
Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron:—¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!
55
Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle.
56
Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
57
Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús.
58
Se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús, y Pilato ordenó que se lo dieran.
59
José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia
60
y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, y se fue.
61
Allí estaban, sentadas frente al sepulcro, María Magdalena y la otra María.
62
Al día siguiente, después del día de la preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato.
63
—Señor —le dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: “A los tres días resucitaré”.
64
Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y le digan al pueblo que ha resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero.
65
—Llévense una guardia de soldados —les ordenó Pilato—, y vayan a asegurar el sepulcro lo mejor que puedan.
66
Así que ellos fueron, cerraron el sepulcro con una piedra, y lo sellaron; y dejaron puesta la guardia.
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®
Copyright © 1999 by Biblica, Inc.®
Used by permission. All rights reserved worldwide.