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Génesis 1; Génesis 2; Génesis 3
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Génesis 1
1
En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
2
Y la tierra estaba sin orden y vacía , y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.
3
Y dijo Dios: Sea la luz. Y hubo luz.
4
Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
5
Y llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y fue la mañana: un día.
6
Entonces dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
7
E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así.
8
Y llamó Dios a la expansión cielos. Y fue la tarde y fue la mañana: el segundo día.
9
Entonces dijo Dios: Júntense en un lugar las aguas que están debajo de los cielos, y que aparezca lo seco. Y fue así.
10
Y llamó Dios a lo seco tierra, y al conjunto de las aguas llamó mares. Y vio Dios que era bueno.
11
Y dijo Dios: Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semilla, y árboles frutales que den fruto sobre la tierra según su género, con su semilla en él. Y fue así.
12
Y produjo la tierra vegetación: hierbas que dan semilla según su género, y árboles que dan fruto con su semilla en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.
13
Y fue la tarde y fue la mañana: el tercer día.
14
Entonces dijo Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche, y sean para señales y para estaciones y para días y para años;
15
y sean por luminarias en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.
16
E hizo Dios las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominio del día y la lumbrera menor para dominio de la noche; hizo también las estrellas.
17
Y Dios las puso en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra,
18
y para dominar en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
19
Y fue la tarde y fue la mañana: el cuarto día.
20
Entonces dijo Dios: Llénense las aguas de multitudes de seres vivientes, y vuelen las aves sobre la tierra en la abierta expansión de los cielos.
21
Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo ser viviente que se mueve, de los cuales están llenas las aguas según su género, y toda ave según su género. Y vio Dios que era bueno.
22
Y Dios los bendijo, diciendo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.
23
Y fue la tarde y fue la mañana: el quinto día.
24
Entonces dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género: ganados, reptiles y bestias de la tierra según su género. Y fue así.
25
E hizo Dios las bestias de la tierra según su género, y el ganado según su género, y todo lo que se arrastra sobre la tierra según su género. Y vio Dios que era bueno.
26
Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra.
27
Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
28
Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.
29
Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento.
30
Y a toda bestia de la tierra, a toda ave de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra, y que tiene vida, les he dado toda planta verde para alimento. Y fue así.
31
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y fue la mañana: el sexto día.
La Biblia de las Américas Derechos de Autor © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, All rights reserved. For Permission to Quote Information, visit http://www.lockman.org.
Génesis 2
1
Así fueron acabados los cielos y la tierra y todas sus huestes.
2
Y en el séptimo día completó Dios la obra que había hecho, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho.
3
Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que El había creado y hecho.
4
Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día en que el SEÑOR Dios hizo la tierra y los cielos.
5
Y aún no había ningún arbusto del campo en la tierra, ni había aún brotado ninguna planta del campo, porque el SEÑOR Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre para labrar la tierra.
6
Pero se levantaba de la tierra un vapor que regaba toda la superficie del suelo.
7
Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.
8
Y plantó el SEÑOR Dios un huerto hacia el oriente, en Edén; y puso allí al hombre que había formado.
9
Y el SEÑOR Dios hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer; asimismo, en medio del huerto, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
10
Y del Edén salía un río para regar el huerto, y de allí se dividía y se convertía en otros cuatro ríos.
11
El nombre del primero es Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro.
12
El oro de aquella tierra es bueno; allí hay bedelio y ónice.
13
Y el nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea la tierra de Cus.
14
Y el nombre del tercer río es Tigris ; éste es el que corre al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates .
15
Entonces el SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.
16
Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer,
17
pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.
18
Y el SEÑOR Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea.
19
Y el SEÑOR Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría; y como el hombre llamó a cada ser viviente, ése fue su nombre.
20
Y el hombre puso nombre a todo ganado y a las aves del cielo y a toda bestia del campo, mas para Adán no se encontró una ayuda que fuera idónea para él.
21
Entonces el SEÑOR Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar.
22
Y de la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre.
23
Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer , porque del hombre fue tomada.
24
Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
25
Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban.
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Génesis 3
1
Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: "No comeréis de ningún árbol del huerto"?
2
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
3
pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, ha dicho Dios: "No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis."
4
Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis.
5
Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.
6
Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió.
7
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.
8
Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto.
9
Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás?
10
Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí.
11
Y Dios le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras?
12
Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
13
Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho? Y la mujer respondió: La serpiente me engañó, y yo comí.
14
Y el SEÑOR Dios dijo a la serpiente: Por cuanto has hecho esto, maldita serás más que todos los animales, y más que todas las bestias del campo; sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
15
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar.
16
A la mujer dijo: En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti.
17
Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: "No comerás de él", maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida.
18
Espinos y abrojos te producirá, y comerás de las plantas del campo.
19
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
20
Y el hombre le puso por nombre Eva a su mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes.
21
Y el SEÑOR Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió.
22
Entonces el SEÑOR Dios dijo: He aquí, el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal; cuidado ahora no vaya a extender su mano y tomar también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre.
23
Y el SEÑOR Dios lo echó del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado.
24
Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del huerto del Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas direcciones, para guardar el camino del árbol de la vida.
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