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Job 1; Job 2; Job 3; Job 4
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Job 1
1
HUBO un varón en tierra de Hus, llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios, y apartado del mal.
2
Y naciéronle siete hijos y tres hijas.
3
Y su hacienda era siete mil ovejas, y tres mil camellos, y quinientas yuntas de bueyes, y quinientas asnas, y muchísimos criados: y era aquel varón grande más que todos los Orientales.
4
E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban á llamar sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos.
5
Y acontecía que, habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y santificábalos, y levantábase de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado á Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.
6
Y un día vinieron los hijos de Dios á presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán.
7
Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
8
Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?
9
Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: ¿Teme Job á Dios de balde?
10
¿No le has tú cercado á él, y á su casa, y á todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra.
11
Mas extiende ahora tu mano, y toca á todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro.
12
Y dijo Jehová á Satán: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano: solamente no pongas tu mano sobre él. Y salióse Satán de delante de Jehová.
13
Y un día aconteció que sus hijos é hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,
14
Y vino un mensajero á Job, que le dijo: Estando arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,
15
Acometieron los Sabeos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada: solamente escapé yo para traerte las nuevas.
16
Aun estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los mozos, y los consumió: solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.
17
Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los Caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.
18
Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;
19
Y he aquí un gran viento que vino del lado del desierto, é hirió las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los mozos, y murieron; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.
20
Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y trasquiló su cabeza, y cayendo en tierra adoró;
21
Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dió, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito.
22
En todo esto no pecó Job, ni atribuyó á Dios despropósito alguno.
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Job 2
1
Y OTRO día aconteció que vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satán vino también entre ellos pareciendo delante de Jehová.
2
Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Respondió Satán á Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
3
Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aun retiene su perfección, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin causa?
4
Y respondiendo Satán dijo á Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.
5
Mas extiende ahora tu mano, y toca á su hueso y á su carne, y verás si no te blasfema en tu rostro.
6
Y Jehová dijo á Satán: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.
7
Y salió Satán de delante de Jehová, é hirió á Job de una maligna sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza.
8
Y tomaba una teja para rascarse con ella, y estaba sentado en medio de ceniza.
9
Díjole entonces su mujer: ¿Aun retienes tú tu simplicidad? Bendice á Dios, y muérete.
10
Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. También recibimos el bien de Dios, ¿y el mal no recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
11
Y tres amigos de Job, Eliphaz Temanita, y Bildad Suhita, y Sophar Naamathita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían concertado de venir juntos á condolecerse de él, y á consolarle.
12
Los cuales alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron á voz en grito; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.
13
Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que el dolor era muy grande.
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Job 3
1
DESPUÉS de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.
2
Y exclamó Job, y dijo:
3
Perezca el día en que yo nací, Y la noche que se dijo: Varón es concebido.
4
Sea aquel día sombrío, Y Dios no cuide de él desde arriba, Ni claridad sobre él resplandezca.
5
Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; Repose sobre él nublado, Que lo haga horrible como caliginoso día.
6
Ocupe la oscuridad aquella noche; No sea contada entre los días del año, Ni venga en él número de los meses.
7
¡Oh si fuere aquella noche solitaria, Que no viniera canción alguna en ella!
8
Maldíganla los que maldicen al día, Los que se aprestan para levantar su llanto.
9
Oscurézcanse las estrellas de su alba; Espere la luz, y no venga, Ni vea los párpados de la mañana:
10
Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondió de mis ojos la miseria.
11
¿Por qué no morí yo desde la matriz, O fuí traspasado en saliendo del vientre?
12
¿Por qué me previnieron las rodillas? ¿Y para qué las tetas que mamase?
13
Pues que ahora yaciera yo, y reposara; Durmiera, y entonces tuviera reposo,
14
Con los reyes y con los consejeros de la tierra, Que edifican para sí los desiertos;
15
O con los príncipes que poseían el oro, Que henchían sus casas de plata.
16
O ¿por qué no fuí escondido como aborto, Como los pequeñitos que nunca vieron luz?
17
Allí los impíos dejan el perturbar, Y allí descansan los de cansadas fuerzas.
18
Allí asimismo reposan los cautivos; No oyen la voz del exactor.
19
Allí están el chico y el grande; Y el siervo libre de su señor.
20
¿Por qué se da luz al trabajado, Y vida á los de ánimo en amargura,
21
Que esperan la muerte, y ella no llega, Aunque la buscan más que tesoros;
22
Que se alegran sobremanera, Y se gozan, cuando hallan el sepulcro?
23
¿Por qué al hombre que no sabe por donde vaya, Y al cual Dios ha encerrado?
24
Pues antes que mi pan viene mi suspiro; Y mis gemidos corren como aguas.
25
Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y hame acontecido lo que temía.
26
No he tenido paz, no me aseguré, ni me estuve reposado; Vínome no obstante turbación.
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Job 4
1
Y RESPONDIO Eliphaz el Temanita, y dijo:
2
Si probáremos á hablarte, serte ha molesto; Mas ¿quién podrá detener las palabras?
3
He aquí, tú enseñabas á muchos, Y las manos flacas corroborabas;
4
Al que vacilaba, enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían.
5
Mas ahora que el mal sobre ti ha venido, te es duro; Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.
6
¿Es este tu temor, tu confianza, Tu esperanza, y la perfección de tus caminos?
7
Recapacita ahora, ¿quién que fuera inocente se perdiera? Y ¿en dónde los rectos fueron cortados?
8
Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan.
9
Perecen por el aliento de Dios, Y por el espíritu de su furor son consumidos.
10
El bramido del león, y la voz del león, Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.
11
El león viejo perece por falta de presa, Y los hijos del león son esparcidos.
12
El negocio también me era á mí oculto; Mas mi oído ha percibido algo de ello.
13
En imaginaciones de visiones nocturnas, Cuando el sueño cae sobre los hombres,
14
Sobrevínome un espanto y un temblor, Que estremeció todos mis huesos:
15
Y un espíritu pasó por delante de mí, Que hizo se erizara el pelo de mi carne.
16
Paróse un fantasma delante de mis ojos, Cuyo rostro yo no conocí, Y quedo, oí que decía:
17
¿Si será el hombre más justo que Dios? ¿Si será el varón más limpio que el que lo hizo?
18
He aquí que en sus siervos no confía, Y notó necedad en sus ángeles
19
¡Cuánto más en los que habitan en casas de lodo, Cuyo fundamento está en el polvo, Y que serán quebrantados de la polilla!
20
De la mañana á la tarde son quebrantados, Y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.
21
¿Su hermosura, no se pierde con ellos mismos? Mueren, y sin sabiduría.
The Reina-Valera Antigua (1602) is in the public domain.